Relato: La desesperación de Emilia.


Hola. Hoy les subo un relato que escribí hace unos meses atrás y ahora me digno a colocarlo —se me había olvidado que existía—. La historia es sencilla y no hay mucho que contar...
Con respecto a la imagen de entrada de la historia, quería hacer algo más «agradable», pero en si la imagen puede identificarse dentro del contexto de la historia —lugar donde ocurre—. La imagen es de mi propia procedencia y la saqué el año pasado, cuando por motivos de trabajo tuve que viajar al sur de mi país.

Bueno, ahora sin más…





Ficha
  
Título: La desesperación de Emilia.
Autor: Ann Suou D.
Clasificación: para todo público.
Género: recuentos de la vida.
Estado: terminado.
Licencia: Creative Commons License
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Sinopsis:
La desesperación que Emilia presentó, fue sorprendente. Yo, no sabía que hacer: ¿abrazarla hasta que se calmará? ¿Abofetearla para tranquilizarla? ¿Sobarle el hombro y recitar palabras afectuosas? ¿Decir: «lo siento» y huir? No estaba seguro de qué hacer, porque cada vez que sucedía algún evento de esas magnitudes, yo huía.



La desesperación de Emilia
Por Ann Suou.

La desesperación que Emilia presentó, fue sorprendente. Yo, no sabía que hacer: ¿abrazarla hasta que se calmará? ¿Abofetearla para tranquilizarla? ¿Sobarle el hombro y recitar palabras afectuosas? ¿Decir: «lo siento» y huir? No estaba seguro de qué hacer, porque cada vez que sucedía algún evento de esas magnitudes, yo huía. Tenía un sexto sentido para darme cuenta minutos antes, de que la gente cayera en desesperación. Pero ahora, falló.
—Emi, cálmate —recité tocando su hombro y atrayendo su cuerpo macizo al mío.
Emilia golpeó mis brazos, me miró con rabia y abrió su boca lo que más pudo: —¡Qué me calmé! ¡Eres idiota! ¡¿Cómo me voy a calmar?!
Yo, no sabía qué hacer. Odio ése tipo de situaciones, porque cuando hay gente alrededor, no sale nada bueno. Varias miradas se posaron en «nosotros» y murmullos flotaron en la calle. La gente me miraba con desaprobación y yo estaba a punto de darme la vuelta y huir.
—Vamos, cálmate Emi…
—¡No me calmaré! ¡¿Por qué debería de hacerlo en primer lugar?!
—Porque estamos en un sitio público y nadie quiere saber de tus problemas.
—¡¿Nadie?! —Guardó silencio unos breves segundos, se acercó a mí y me golpeó el pecho —¡Tonto! ¡Idiota! ¡Ya no me quieres!
—Si te quiero, pero me fastidia tu personalidad y tu forma de ser.
—¡Estúpido! —Golpeó más y más fuerte. Dolía.
—¡Ya déjate! —Tomé sus muñecas y las apreté un poco, ella chilló.
La gente alrededor frunció el ceño y unas mujeres se acercaron. Me miraron de arriba abajo. La calle, donde paseaban los vehículos estaba vació y solo los murmullos de las personas y las hojas azotadas por el viento, era el único ruido.
—Debería darte vergüenza atacar a ese chica —una voz aguda salió de una mujer en sus treinta.
—Sí, suéltala. Ella no te ha hecho nada —escupió una adolescente.
Emilia se mantuvo callada y luego subió la mirada, está estaba llorosa. Y movió su cuerpo poco a poco, intentando soltarse de mí. Yo estaba colorado, nervioso y no sabía qué hacer. Todo el mundo estaba en mi contra, sin ni siquiera ser yo el real culpable.
—Suéltame, ¿ya? —Emi, habló bajo y yo la solté. Luego, de un par de bocinazos en la lejanía, Emi me abofeteó —¡Tonto insensible!
El impacto en mi rostro ardió con furia. Mi rostro era más que un tomate bien maduro. Las personas a mí alrededor no hizo nada, ni tampoco dijo nada. Yo, toqué mi mejilla, miré a Emi y hablé como nunca le había hablado:
—¡Nuestra amistad queda hasta aquí, ya no soporto tu personalidad  ni tu forma de ser. Estoy harto de ti y tu estúpida forma de ser. Respiré un poco y continué —Ahora entiendo porque Manuel, te han botado. Tu personalidad es asquerosa! —me di la vuelta y salí caminando de allí, no soportaba esos rostros taladrando mi cuerpo y mis acciones.
Emi gritó desde lejos: —¡Estúpido, ya no te necesito! ¡Ni siquiera puedo decirte que alguna vez pensé en ti como un amigo!
Había conocido a Emilia hace cinco años, en el colegio. La primera vez que hablé con ella, supe que nuestra amistad estaba ya creada. Desde un comienzo siempre fue amistada, solo ése sentimiento nada más. Al poco tiempo Emilia comenzó a salir con David, pero su relación terminó después de nueve meses; de David saltó a Roberto y de Roberto a Cristóbal, para terminar con Manuel; pero en cada relación Emilia llegaba hasta mis brazos llorando que el chico de turno la maltrataba, la hacía sentir fea y mal. Pero en el fondo yo sabía que ella era la culpable del terminó de la relación. A ningún hombre le gusta que lo hostiguen día y noche; hora tras hora y que lo alejen de sus hobbies o amigos así como así. Emilia, no sabía tratar con los chicos, era demasiado mimada y caprichosa… Emilia, era mi amiga…
Cuando llegué al semáforo, corrí calle abajo con el rostro en la pavimento y dejé que mi mente se colocará en blanco. Emi era una tonta, porque no supo valorar mi amistad, siendo que yo fui el único que siempre estuvo ahí para ella. Era una tonta sin inteligencia alguna.
—Emi, tonta.



Notas finales.

Espero que les haya gustado. 
Próximamente más contenido en el blog, para no dejarlo abandonado como lo he hecho.

También, quería hacer una pequeña mención a mi blog, cumplió 3 años de vida el 14 de noviembre... esperó que siga con vida el año que viene y el que viene...


Bueno, ¡nos leemos y se cuidan un montón!

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