Mini-novela: Olvidé haberte pérdido

Hola. Ha pasado unos días y estuve pensando que poner y llegué a la conclusión de subir una historia super antigua que tenía. La historia la escribí por el 2007 y es un tanto triste (un poco solamente, risas), pero qué entrega un lindo significado ( eso espero...porque pienso que es un poco crudo lo qué es).
La imagen que pondré es provisional (la dibujé hace poco en sólo unos minutos, uf; hace tiempo que no dibujaba -risas-), ya que la qué tenía dibujada de hace varios años no la encontré, aunque busqué y nada dio resultado. Seguiré buscándola, porque quiero esa imagen (buaaa); pero la qué pondré es relativamente parecida.

Ahora sin más.








Título: Olvidé haberte pérdido.
Autor: Ann Suou.
Clasificación: no menores de 12 años.
Género: drama.
Estado: Términado (términado originalmente, pero estoy revisando los capítulos).
Descarga: próximamente (cuando estén todos los capítulo corregidos y la imagen de portada también).
Resumen: un joven vaga por sus recuerdos y por su propio presente. Sabe qué carece de algo y no entiende cómo conseguirlo. Harto de todo y todos decidé seguir lo que aquella voz le susurra en su cabeza, sin saber sí es su mente o una canción que se escucha.

Notas de la autora:

Como escribí arriba, está historia es bien antigua y ahora quiero compartirla. Olvidé haberte pérdido fue escrita en base de dos poemas que escribí en el 2007 muy raros y tristes (luego los pondré). 
Los poemas y está historia en sí, nos narra la vida de un joven vacio que busca un porqué para continuar en éste mundo, ya que nunca se ha sentido que pertenece aquí, pero a la vez sí.
Es una rara historia y podrán darse cuenta de eso por sí mismos, ya que la narración y la estructura de los capítulos se los demostrará.

Ahora sin más.... ¡A leer!

Nota: el primer capítulo lo subiré aquí y luego se guían por los vínculos de la lista de capítulos.

Lista de capítulos:

Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI


Capítulo I
        

 La habitación estaba en penumbra, el aire se infiltraba por la ventana semiabierta. Se escuchó el sonido de un vaso caer al suelo, no se rompió. Miró la alfombra y cogió dichoso objeto, lo dejó en la mesa del living y miró al cielo blanco de su departamento; se perdió instantes largos en los cuales su mente divagaba por oscuros laberintos, buscando respuestas con soluciones a su vida.
Cerró los ojos.
Suspiró a la nada. Abrió los párpados con indecisión, se levantó del sofá y caminó hacia la salida; primero agarró su chaqueta negra y sé perdió.
Bajó por las escaleras rebeldes, mal cuidadas e incluso traicioneras. Salió a la calle; de pronto el bullicio se había apoderado de la ciudad: autos, bocinas, luces, voces de personas, todo se combinaba y le producían que se sintiera deprimido.
Cruzó.
Se internó por las largas callejuelas, hasta llegar a una plaza. Al entrar, su sombra se mostraba pérdida por la luz de los faroles. Aún rondaba el olor a pasto recién cortado, a árboles frondosos, a… soledad. Se sentó en una de las bancas y al revisar uno sus bolsillos de su chaqueta encontró una cajetilla de cigarros, los liberó y tomó uno. Lo llevó a sus fríos labios y lo encendió, aspirando su asfixiante humo, aquella debilidad que poseía; aunque lo había dejado hace más de dos años, aún seguía sediento de ése elixir. ¿Por qué se encontraban en su chaqueta? ¿Los había comprado inconscientemente? No había tiempo ahora  para pensar en esas pobres preguntas de respuestas aburridas y tediosas.
         Divisó el cielo, lo vio tan grande que se sintió aún más pequeño, inerte, miserable… No sé había dado cuenta que aún rondaba gente en esos lugares, ¿no sé había dado cuenta? ¿La gente desaparecía ante él? ¿O era quizás el cansancio…?
El viento lo atravesó, no le pidió permiso y lo dejó débil.

«Destroza mi alma…
Vamos… ¿Qué esperas?
(¿Tienes miedo?... ¡sólo hazlo!)»

Escuchó una voz conocida, miró a todos lados y no vio nada, debía de estar cansado. Sus párpados se cerraron con dolor y prefirió marcharse a casa. Cuando intentó salir del lugar, la volvió a oír; esa voz tan familiar, tan solitaria…

«(Me está obligando a hacerlo por ti…)
Destroza mi alma…
Arráncame la flama
¡¡¡ Vamos!!! ¿Qué esperas?...»

Dio la vuelta y se fue por el camino más largo. Nunca había estado en ése lugar; era una plaza de más o menos una manzana, al medio poseía una pileta majestuosa de esculturas sobrenaturales por donde caía lenta y perfectamente el agua, donde era rodeada por rosas completamente blancas, que cubrían como una espléndida alfombra, habían bancas color caoba que rodeaban la plaza en semicírculos siendo rodeadas de largos y frondosos árboles, de hojas lilas. Era bastante agradable, calmaba su mente, lo mantenía despierto… Sí, despierto, clamando por permanecer siempre dormido; tontas suplicas qué había rogado para que se cumplieran sin resultado que lo satisficiera. Lo había intentado tantas veces, pero no. ¿Qué era lo que lo aferraba a seguir mirando el futuro? ¿A perseguir algo que no estaba muy seguro de lo qué era y lo buscaba con devoción?
Dobló la esquina derecha, pasó por la calle y ocurrió lo que siempre quiso, lo que anhelaba, lo que perseguía…Las luces brillaron, la ciudad a su alrededor lo esperaba, el viento lo recorrió con rapidez, acariciándolo salvajemente.
Gritos y bocinas.
Una luz que lo segaba.
Un celular.
Flotó unos instantes, cayó muy profundo al remolino. Sintió aún más frió del que sentía, sintió perderse...
Unos dedos cálidos  se posaron por su cuello, acariciándolo, cerciorándose de algo qué no entendía, gritó algo inaudible. Y fue ahí, que volvió a escuchar esa voz que lo perseguía:

«El tiempo se detendrá,
Acabará con tú fuego.
Arranca mis alas.
Deja que flote.»








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Olvidé haberte pérdido por Ann Suou se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
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