Nota: Historia ChicoxChico / hombre con hombre; sí no estás de acuerdo con éste tipo de relación no lo leas. ¡Estás advetid@!



Mi deseo… eres tú
Autor: Suou



 


“En este mundo,
Un hada busca su otra mitad,
Bajo un cielo gris, lo encontró.
Y el mundo de él, la alejo.”


Capítulo V “La montaña —Ilusión—”
 






El caballo estaba bastante temeroso, mientras avanzaban por un camino maltrecho y lleno de plantas que se colocaban por delante y crecían en sólo segundos cuando Wolfram las cortaba, cómo si nunca muriesen; mejor dicho, como si nunca fueran destruidas. No le sorprendió en lo absoluto, lo que le preocupaba era que su caballo estaba poniendo resistencia y que Yuuri no lo soltará ni un poquito… ¡Cómo le molestaba!

—¿Puedes soltarme?— le habló por veinteava vez.

—No, te puedes escapar.

—¿Cómo me voy a escapar? Si tú sabes el camino, para lo que busco.

—¿Eh? ¿De verdad?

—Sí.

—Bueno, debo decirte que era mentira.

—¡¿Qué?!

—Te mentí. Lo siento.— le abrazo por la espalda, aferrándose más a la espalda del joven.

—¿Cómo te atreves?— soltó una de las riendas y con enojo cerró su mano y se dio vuelta como pudo soltándose de Yuuri y le dio de lleno en la cabeza.—¡Vete!— le gritó.

—¡NO! Prometo ayudarte. ¡NO ME DEJES!— le tomo de la chaqueta, por la espalda. —Por favor, Wolf

Wolfram se sonrojo, ¿cómo se atrevía esa criatura hacerse pasar por Yuuri? No podía resistirse a esas palabras, pero no era Yuuri.

—No — no tenia ganas de perder el tiempo.

—¿Por qué? ¿Por qué me parezco a Tú novio?

— ¿Qué cosas dices?

— Eso… ¡déjame decirte qué es imposible abandonarme! Una vez que ves mi verdadera forma, debes quedarte conmigo por siempre. — Sonrió. Coloco su cabeza en la espalda del rubio. —Además, –agrego. — Si me dejas, morirás…

— Puedo correr el riesgo. — le respondió sin fuerza para dejarlo. Ahora lo que importaban era encontrar la flor. Se alejó de la criatura, pero luego detuvo a su caballo y espero  a que lo alcanzará.

Anduvieron unos kilómetros más, cuando su caballo levantó las patas delanteras y comenzó a relinchar nervioso. Haciendo que ambos cayeran al piso, golpeándose. El animal salió corriendo.

—¡Auch!—se dijo, sobándose su parte trasera.

—¿Estás bien, Wolf?— le dijo acercándose, ya que había saltado antes de caer del caballo. Y le ofreció su mano.

—Si. Gracias.— le tomo la mano y se levanto. Le dio la espalda a Yuuri inmediatamente y miro a donde había corrido su caballo. Si lo iba a buscar, perdería tiempo y difícilmente el animal avanzaría más. Con algo de resignación volvió a tomar su camino. —Vamos, “Yuuri”.— le dijo, al darse cuenta que el muchacho no lo seguía.

La hierba crecía más y más a medida que las iban cortando y se enredaban a su espada. La vegetación poseía unas tonalidades entre café, amarillo y verde; que adquirían color absorbente cada vez que se le cortaba.

El cielo apenas se veía. Las nubes poseían un color lila y muerto. El viento soplaba suavemente en periodos de tres a cuatro minutos, mientras que en intervalos de más de media hora era más fuerte.

A cada paso, parecía como si no quisiera seguir, como si un fuerte impulso lo atacara y a la vez le advirtiera que había peligro. Su espíritu era mucho más fuerte y el creer que Yuuri lo acompañaba, le hacia sentir mejor, aunque no fuera el real…. aunque sólo fuera por unos minutos…

—Quiero ser…— una voz habló de pronto. Ambos se quedaron quietos. Se pusieron de espaldas, tocándose levemente por el contacto de la ropa.

—¿Qué fue eso?— preguntó el rubio, sintiendo un terrible miedo.

—No lo sé, pero no es algo bueno.— contestó “Yuuri”, sintiéndose protegido.

Las ramas comenzaron a sonar, las gotas del cielo cayeron sin tocarlos, quedando suspendidas a unos cuantos centímetros de sus cabezas.

Una voz comenzó a escucharse, era una canción dulce y cruel:

                                                                   “Quiero ser tú luz,
                                                       Y caminar sobre ese pantano azul,
                                                                        Un paso,
                                                                       Un rumbo…”


El agua comenzó a aparecer en el piso y a subir de nivel. Borboteaba, como si fuera una sustancia peligrosa. El olor que liberaba era dulce, como la miel.

— ¡Wolfram, no la aspires!— le gritó, dándose la vuelta y agarrando al joven de los hombros, que lo miraba asustado.

—“Yuuri”, yo…— no lo pudo evitar, fue lo primero que aspiro. El aroma dulce que compartía con Yuuri y con Greta; las frases que se decían, las risas y el sentimiento de estar contento.


                                                                “Desaparecido,
                                                           Entre la lluvia que brota,
                                                                 En un lago azul…
                                                                   Se perdió,
                                                                   Se perdió,
                                                                   Se perdió…”



—Lo siento, Wolf.— le golpeo en el estómago.

Sintió el golpe duramente y no pudo evitar perder la conciencia. Ese aroma se fue perdiendo mientras a lo lejos sentía su corazón latir con fuerza y la sangre precipitarse en todo su cuerpo.

Lo tomo en brazos y salió corriendo. El agua salpicaba a todos lados y sus oídos retumbaban, mientras que la voz se seguía escuchando:


                                                             “Escucha mi voz,
                                                             Retuércete en ella
                                                                       y…
                                                                 Llámame…”


El suelo se fue transformando en pántano, su color se fue opacando y apareciendo un olor nauseabundo. Cada vez que su pie tocaba la hierba podrida, en su persona quería retroceder y volver a donde encontró al príncipe.

La voz comenzó a perderse al cabo de unos metros más, a medida que avanzaba.


                                                             “Llámame…”



Fue lo último que escucho.

Aunque sus pasos seguían con un ritmo menos, fue dándose cuenta que el pántano en sus pies iba desapareciendo. Un poco más allá de donde se encontraba, había dos sauces llorones; con su poco tacto golpeo las ramas, en el momento en que evitara que Wolfram cayera de sus brazos. Al correr por completo el inmenso manto de ramas, sus negros ojos observaron un amplio campo, poblado de lirios pardos que se mecían sin que hubiese viento.

Camino golpeando y pisoteando el montón de plantas que se extendían, como hiedra venenosa.

—¡No lo hagas!— unas vocecitas comenzaron a escucharse por todo el lugar.

No le tomo importancia.

—¡No lo hagas!— volvieron a repetir, con voz chillona y dulce.
Siguió avanzando sin querer detenerse, las voces eran parte de la ilusión. Todo era una ilusión, todo.

— ¡Por favor! ¡Por favor!— gritaban y gritaban.

Iba por la mitad, cuando unas ramas lo agarraron por los tobillos he hicieron que cayera de cara al suelo. El cuerpo de Wolfram se golpeo y reboto en cámara lenta. Las flores comenzaron a subirse sobre él y cubrirlo por completo de hojas y lirios.
—¡Eh! ¡Un príncipe! ; es un príncipe. ¡Qué regalo más hermoso!— una voz de niña habló.

Yuuri se encontraba intentando levantarse, no podía permitir que a Wolfram le hicieran daño, ya que gracias a él podría salir de esos límites. Seria al fin libre y nada más importaba… Su libertad…

—Wolfram…— le llamó, extendiendo su mano a donde se encontraba el rubio.

El cielo oscurecido por completo. Una mancha negra los cubrió y un polen dorado se elevo en el cielo, como si fueran miles de estrellas en el universo.


                                                            “En este mundo,
                                                         Un hada se embarco,
                                                   En un cielo rosado se marcho,
                                                           Y el mundo pronto
                                                                La olvido…”



Un coro comenzó. Las miles de flores corearon como si fueran una soprano.

Y ya no vio nada…


                                                              /*/*/*/*/*/

Despertó.

El sol entraba por el amplio ventanal. Se giro y vio que Yuuri dormía plácidamente a su lado.

—¿Qué está pasando?— se sentó en la cama. Todo estaba tan calmado que daba miedo.

A lo lejos se escucho el suave canto de las aves y algunas risas de niños. Se levantó de la cama, pero cuando iba a tocar el piso, una mano tibia y conocida lo sostuvo.

—¿A dónde vas, Wolf?— la voz de Yuuri era cálida y sincera. Yuuri poco a poco se incorporo.

El rubio lo observo, en unos segundos se perdió en esos azabaches ojos.

— ¿A dónde vas?— le volvió a preguntar. Acercándose más y poniendo su frente sobre la el rubio.

— Debo ir a…— se detuvo. Cerró los ojos e intento pensar lo que tenia que hacer. Algo era, algo debía de hacer en aquel momento, en aquel minuto.

—Ya cedió la fiebre. — se separó y se abrazo al cuerpo del rubio. — Estaba tan preocupado, tanto que no he podido dormir muy bien. Greta y los niños han estado bastante preocupados por ti, también. Ahora se pondrán felices de que te has recuperado. — lo empujo a la cama y lo beso en los labios. Simplemente poso sus labios, dando pequeños besitos sobre y se separó inmediatamente. Beso sus parpados, su frente y su mejilla. — Qué Bueno que estés bien.

—¿Greta y los niños?— su mente intentaba procesar la información que acaba de escuchar de Yuuri.

Miraba al cielo de la habitación, estaba un poco perdido.
—Yo tengo que hacer algo. — pensó.—pero, ¿qué?

Sentía las caricias de Yuuri sobre su rostro y eso le agradaba, pero algo estaba mal. Algo no cuadraba en todo ese cuadro.

Yuuri se paro y tomo lugar a un costado, colocándose de pie y dirigiéndose a la puerta:

—Te estaremos esperando…— le dijo dejando la puerta abierta.

Se tomo su tiempo; todo era calma, como si nunca hubiese pasado; como si todo lo anteriormente (incluyendo lo que había olvidado y el pasado) todo era felicidad.

Se levantó con optimismo y prefirió disfrutar de esos momentos, tarde o temprano recordaría eso tan importante que debía de hacer.

Llego al comedor y la mesa que años compartió, se alimentó; era el doble y en ella su familia se encontraba, más de doce niños de diversas edades y sexo se encontraban riendo, llorando y peleándose.

—¡Wolfie! ¡Querido!— la característica voz de su madre, lo envolvió en nostalgia y melancolía.

Los niños pusieron atención a la voz de la mujer y todos salieron de sus asientos y lugares y corrieron, abalanzándose sobre el rubio:

— ¡PAPI!— gritaron.

No podía entender lo que esos pequeños le decían, ¿padre? ¿cuándo? ¿dónde?

Los niños le daban besitos en la mejilla y luchaban por el que más tiempo lo abrazaba. La lucha era devastadora. Wolfram, como estaba en shock se dejo hacer, su mente aún no entendía todo. ¿Qué era ese mundo?

—¡Niños, dejen a Wolf!— Yuuri grito en loa habitación, haciendo que los niños se quedaran quietos y empezaran con la retirada. El joven rey se acercó a Wolfram y le tendió una mano. — ¿estás bien?

—Si. — un extraño sentimiento apareció en si mismo.

—Vamos a desayunar. Están un poco exaltados, estaban preocupados por ti. — le coloco el brazo en el hombro y lo guió hasta su asiento.

—¡Wolfram!— Greta lo tomo desprevenido cuando iba a tomar asiento. Lo rodeo entre sus brazos y se junto a él. — Que bueno que mejoraste…

—Gracias, Greta. — dio un leve giro hacia arriba y le sorprendió cuánto había crecido su niña. — ¿Te paso algo, Greta?— pregunto sin darse cuenta que lo había dicho en alto.

—No. ¿Por qué?

— Por nada…

— Mmm— se fijo que su comentario no tenía lugar y prefirió comenzar a desayunar. Greta tomo asiento.

Todo volvió a la normalidad. Esa vida, era tan irreal, pero en cierto aspecto le agradaba.

El desayuno acabo y se retiraron. Los niños se acercaron a Wolfram y lo obligaron a ir al jardín, a jugar.

—¡PAPI!— reía uno, mientras corría, extendiendo sus brazos como un aeroplano. Luego de verlo hacer la gracia,  los demás lo imitaron.

Tener una familia, tener a tan cantidad de integrantes que la conformaban. Todo era tan extraño, tan de ensueño; que era imposible creerlo.

—¿Qué haces, Wolfram?— la voz de Yuuri se dejó escuchar detrás del e hizo que el rubio se diera vuelta. — ¿estás bien? Aún no te encuentras bien, ¿verdad?— se acerco y coloco su cabeza en el hombro del joven.

Nunca antes había sentido la cercanía de Yuuri, tan natural. Sin que ninguno de los dos se colocaran algo nerviosos. Era algo que nunca hubiese creído. ¿Ese era Yuuri? ¿Lo era?

—Deberías de recostarte, Wolf. — retiro la cabeza del hombro y se puso frente a frente. Con lentitud se acercó y le beso en los labios. Como cualquier par de enamorados. Cómo si estuvieran casados…

—¿Casado? ¿Cuándo?— las preguntas llenaron su cabeza y extendió el brazo y miro su brazo, exactamente su mano izquierda. Ahí en el dedo anular, un pequeño y brillante anillo se observaba. —¿Cuándo?— su mente comenzó a hablar, algo estaba mal en ese tiempo, algo no iba bien.

Yuuri lo abrazo. Vio a los niños correr. Vio a Greta a un costado, saliendo por la puerta principal y le dio un impulso que no pudo evitar. Lo separo de si:

—Tú no eres real. — mantuvo distancia.

—¿Qué dices, Wolf?— un Yuuri preocupado se mostró.— ¿Qué es esté mundo?

—Aún no has mejorado, ¿verdad?— se acercó con mano en el aire, para tocarlo.

—¡No! No te acerques. Nada de esto existe. Debo de buscar la flor.— cuando dijo lo último, comenzó a recordar todo: Greta enferma, los habitantes enfermando, su salida de Shin Makoku para buscar la Flor de la Bestia, el encuentro con el “Yuuri” falso, el golpe de “Yuuri”, la oscuridad, las voces…

—Wolf, cálmate. Yo estoy aquí para ti.

—¡No!— se llevó las manos a la cabeza y cayó de rodillas al piso. — ¡No, te acerques! Debo despertar…Debo salvar a Greta. — se apretó la cabeza, rogando en su mente, su cometido. Debo de despertar, ¡despierta, Wolfram!— se dijo.

—Wolf— alcanzó a tomarlo desprevenido y lo abrazo con fuerza sin soltarlo. — No hay de que preocuparse, ya todo pasará. Mejorarás pronto. Yo nunca te abandonaré. Yo estaré por siempre a tú lado…Tú eres yo y yo soy tú. Tu eres mi promesa y yo soy tú promesa. Mírame y llámame, Tú ya no eres tú…tú ya eres de nosotras…— la voz de Yuuri cambio drásticamente a voces de mujer.

—Tú eres…— no alcanzo a hablar. El aroma a miel y la desesperación lo envolvió.

Parpadeo y observo un cielo negro, con millones de polen dorado flotando en el cielo.

Ese era el mundo real.








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