Nota: Historia ChicoxChico / hombre con hombre; sí no estás de acuerdo con éste tipo de relación no lo leas. ¡Estás advetid@!



Mi deseo… eres tú
Autor: Suou



 


“En este mundo,
Un hada busca su otra mitad,
Bajo un cielo gris, lo encontró.
Y el mundo de él, la alejo.”


Capítulo VII “El ataque del Hridrya”







“Escucha mi voz,
Retuércete en ella
y…
llámame”

Las voces femeninas golpeaban sus oídos y con torpeza intentaba cubrírselas, sin que pudiera evitar no oírlas; sabía que era en vano…Sabía que pasara lo que pasara con su vida, debía de encontrar la flor para Greta y los demás. Todos dependían del y de nadie más. ¿Si sólo Yuuri estuviera a su lado? El verdadero Yuuri…


“llámame”


Gritaban en su cabeza. Se internaban en su mente e intentaban doblegarlo para que cediera. Se apretó con fuerza su cabeza para evitar que el ruido se introdujera y que bajara su intensidad.
Dio un pequeño salto al sentir que alguien tocaba uno de sus tobillos, su cuerpo se coloco en alarma y descendió un poco su vista hasta encontrase al falso Yuuri y regreso su vista al cielo. No podía ver más allá de las esporas elevarse al cielo negro, girando trescientos sesenta grados, él inútilmente buscaba una salida.


“En este mundo…”


Volvió a sentir que le tomaban de los tobillos, pero al bajar su vista ya no era el falso Yuuri…Era…
—¡NO! —gritó. Una gran boca de serpiente comenzaba a devorarlo, de los colmillos emanaba un verdoso y espeso líquido que se unía con la saliva. Mientras varias manos le rozaban la piel, recorriendo todo su cuerpo en forma desesperada y sínica.
Se sentía asqueado, perdido y su cabeza daba vueltas en espiral. La serpiente lo devoraba, hincaba sus gruesos dientes en sus piernas y lo deglutía. Su mente se perdía. Iba a morir ahí, así…Perdería todo…todo… Su familia, sus compañeros, su pueblo, su Greta y especialmente su Yuuri…


“Un niño es arropado,
Una melodía empieza a formarse
Y el niño se duerme.”


Despertó en un lugar completamente blanco, cubierto por una espesa capa de leche o algo parecido. Se sentía como si hubiese perdido su propio ser, pero ahora no le interesaba en lo más mínimo, sólo quería permanecer ahí; olvidar todo y no saber nada de nada. Su cuerpo se sentía cansado, su mente iba por el mismo camino, era cómo si todo le pesará.
—¿Ya has despertado?— una dulce y amena voz le habló, haciendo que se sobresaltará y rompiera esa nata que lo cubría.
Una hermosa mujer traspaso el amplio lugar blanco, de largas paredes y extensos lienzos. La mujer lo miró sonriente y se deslizo con elegancia hasta su persona.
—Wolfram… Qué gustó volver a verte, siempre me sorprendes con tu valentía. Pero…— se coloco justo enfrente del, en medio de la amplia cama adoselada. — eres demasiado ingenuo aún, no has cambiado nada.
—¿Quién es usted?
—Nadie en especial, sólo alguien quién quiere ayudarte. — giro su hermoso rostro hasta una pequeña ventana y se tapo el rostro con una de sus mangas de su largo vestido. Luego camino hacia el joven.
—¿Ayudarme?
—Sí— junto su frente con la del muchacho. — Por favor no le hagas caso a la criatura que esta contigo, no es de fiar…Las Hydias crearon una ilusión para poder ayudarte. Ten mucho cuidado, esa criatura una vez fue una hermosa hada, pero su corazón se enveneno y se convirtió en Hridya, qué son criaturas que pueden adquirir la forma del humano de la persona amada. Si bajas la guardia, ella te devorará. Se qué buscas la flor de la montaña ilusión, se encuentra en la cima de la montaña, en una pequeña cueva y sólo se deja ver por quiénes realmente la necesitan, pero a la vez de hace una prueba sumamente difícil, nadie la ha cumplido; si pierdes la prueba, la flor tomará tu vida.
—¿Por qué me ayuda?
—Porque es un favor que le debo a tu madre. Wolfram sólo ten cuidado con la Hridrya, es peligrosa y hará cualquier cosa por tenerte, hay algo que los une, pero en eso no te puedo ayudar…Wolfram, Yuuri está en Shin Makoku.
La miro a esos penetrantes ojos lilas y empezó a tener mucho sueño. ¿Yuuri se encontraba, aquí? ¿En Shin Makoku?...Yuuri…Quería preguntarle, pero una nube espesa y aromática lo ahogo.
Abrió lentamente sus ojos. Se encontraba boca arriba mientras polvo de estrellas dorado caía del cielo como lluvia lo manchaba, junto al canto de las hadas. Sintió que su mundo desaparecía, muy lentamente; pero a la vez sintió a alguien a su lado, muy distantemente.
—¡Wolfram!— la voz apareció desde su lado. —¿Te encuentras bien?— le preguntó mientras la lluvia dorada iba perdiendo constancia y los gritos desaparecían, hasta que un silencio los rodeo por completo.
—Ehh…— miró esos inmensos ojos negros y miró con desconfianza a la criatura que se hacia pasar por Yuuri. —¡Tú!— le a punto con la mirada. —Tú eres…
—Wolf…— se le lanzó encima de su cuerpo, y se amarro por todo su ser. Su cabeza se alargaba como si se tratara de una serpiente, hasta que llego a la parte trasera de su cuello y lo mordió en la base, dejando una notable marca color rosa.
—¡Ah!— gritó. Su cuerpo empezaba a paralizarse, mientras que unos ojos marrones lo observaban desde la altura. —¿Qué me has hech…— se desplomo por completo en la hierba.
—No me dejaste otra opción, sabes lo que soy, sabes lo que soy capaz de hacerte; pero te necesito mucho más de lo que tú crees…Wolf…¿no me recuerdas? — se agacho hasta tocar su cabello rubio y le rozo sus tibios labios. Wolf le pertenecía, era el destino que la había juntado, eso lo sabía…Lo sabía desde ese día en el cual él la salvo…Ese era su “ángel”, su único dueño.



“En este mundo,
Un hada encuentra su destino;
Atados de la mano van,
Atados de almas vagan,
Atados de nada son…
Entre ramas, lo prometió
<< Sería suyo >>
Y del mundo ella  lo desapareció”



Corrió. El viento la golpeo mientas dejaba atrás a Shin Makoku. Debía de hacerlo, era la única manera de poner orden a sus ideas, no había pasado nada desde que su abuela pereció y ella conocía el mundo verdadero y ya sentía un montón de sentimientos que nunca conoció, y que probablemente jamás lo haría nuevamente. Y más encima el chico de rubios cabellos se le repetía en su cabeza, como un puzle que se va formando pieza por pieza… ¿Eso era AMOR? ¿Qué era el Amor? ¿Por qué creía que era amor?
Tropezó.
Se cayo y su mete se detuvo un instante. Se quedo en blanco, procesando lo que estaba sintiendo en ese preciso instante. Todo estaba pasando demasiado rápido; cómo un remolino que da vueltas y vueltas, de arriba hacia abajo.
—¿Qué me está pasando? Está no soy yo. No lo soy. –se dijo mientras tocaba sus mejillas y luego paso a llevar sus colorines cabellos. —Este mundo están raro…No lo entiendo… No, no es qué no lo entienda, soy yo que quizás no encajo…
Un cielo inmenso y azul la cubría, mientras espesas y blancas nubes rondaban hacia el Sur. Un largo y gratificante silencio se hizo presente y sólo el leve movimiento de las hojas y de la maleza hacia acto de presencia. Lareth se encontraba en la mitad de un camino de tierra, quieta, con las manos en la cabeza, sin decir nada, sin hacer nada…Sólo quieta como si fuese una muñeca abandonada en la carretera.
“—Sabes Lareth, espero que nunca puedas conocer el verdadero mundo. Es horrible, nadie apoya a nadie y todos piensan en sí mismos, nadie ayuda a quién esta al lado…
—Pero Abu, yo quiero conocer, quiero tener aventuras y encontrar a mi dueño…
—¿Qué tonteras dices? ¿Dueño? Puras bobadas…
—No lo son, quiero encontrar a mi amado, cómo mamá…
—Tú madre nunca lo encontró, era prisionera de un hombre que sólo le interesaba su magia.
—¿Magia? ¿Prisionera?
—Ahhh…Larethy no sabes nada de tú madre y del mundo…Ves es por eso que no quiero que te alejes de aquí. Aquí estarás a salvo. —le ofreció la mano y la niña la cogió. — In dis pereth, Einstui eichsterth…Viguiguesz therguis…Inmusicul, Inmusicul inebotgh…Lareth…— mientras decían extrañas palabras el hada comenzó a tener un extraño color violeta sangre, que salía desde su pecho y empezaba a bañarla por todo el cuerpo, como un fulgor de una estrella fugaz — Eictsemesk…semeskath — la anciana hada la acerco a su cuerpo y le beso profundamente la frente y misteriosamente el fulgor fue absorbido en sus parpados. —Lareth perteneces aquí y  a ningún sitio más…Te quedarás hasta que el sello se rompa… Y ya no podre protegerte… Ahhh Lareth…Se una buena niña… Buena…—”
Los recuerdos pasaron viva y claramente… Su abuela tenia la culpa de no saber nada del mundo, de confundirse con todo y todos… Si solamente conociera a ese chico de rubios cabellos… y deseo cambiar de personalidad, para poder acercarse a su “ángel”.
Se levanto y siguió el camino de tierra, notaba que para ella no era bueno andar por esos lugares; si alguien se enteraba de qué era un hada, quién sabe que le harían. Tenía miedo, pero tenia la constancia de qué ella debía estar con ese muchacho de rubios cabellos, lo sentía, lo veía muy cerca suyo…Muy cerca… Ese chico era su…
Pronto oscureció y le fue imposible volver a la ciudad. Camino entre un montón de hierba larga y agreste, mientras pisaba un suelo blando y seco. Se encontraba ahí desde la tarde sin comer nada; se detuvo y de su vestido saco un pan y se lo llevo  a la boca. Cada pedacito le recordaba el sabor de los alimentos de su abuela y en el fondo pidió volver a verla, a tenerla junto a ella…De nada servía ese mundo donde ella no pudiera interactuar con nadie más…
Las estrellas pronto se escondieron en una espesa y oscura masa de nubes y el viento frió se dejo estar, como pudo se abrigo en medio de la hierba. Se coloco en forma fetal y cerro muy fuerte los ojos, intentando dejar de oír los aullidos de los lobos y animales que la acechaban y el interminable ruido de los insectos. El frió se dejaba estar y de repente se coloco a llover, primero una gota, luego otra y después muchas; se despertó asustada y salió corriendo a refugiarse. Mientras corría para no ser empapada de lluvia, millones de contradicciones se metieron en su mente. Se tropezó en el barro y cayo de lleno en el piso; se golpeo en la cabeza, haciéndose daño en el rostro. Permaneció inconsciente en el piso.
Un fuerte fulgor la golpeo, mientras abría los ojos poco a poco. Se encontraba en un pequeño y vacio lugar; se conformaba de una mesa, una pequeña cocina en el suelo (un agujero con cenizas y una olla colgando), una puerta y una ventana por la cuál entraba la luz solar. Se levanto y al abrir la sábana se encontró semi-desnuda.
—¿Dónde estaré? — sus pies tocaron el suelo helado y empezó a buscar su vestido, su largo cabello se encontraba amarrado en una trenza. Con la sábana se la amarró al cuerpo al no encontrar su vestido. Avanzo lentamente, sintiendo su corazón en la garganta, a cada paso que daba. Entendía que estar en ese lugar no era una buena señal y qué quién fuera que la haya encontrado no era para algo bueno.
Un golpe fuerte se dejo sentir, cuando la puerta fue azotada. Lareth tembló y sintió mucho miedo. Alguien la había capturado y no sabía que iba a pasarle. La puerta se abrió y una anciana se acerco, la miró ahí de pie y le sonrió:
—¿Qué haces levantada, niña? Aún no mejora tu herida. — sus largos y flacuchos dedos apuntaron a su brazo, Lareth se lo observo y vio una venda roja por la sangre.
—¿Dónde me encuentro? — se acomodo en la cama y espero a que la mujer le hablará, pero no sucedió. La mujer dejo los troncos de leña a un costado de lo que aprecia una mesa en el fondo de la pequeña casa.
—Te encuentras a las afueras de Shin Makoku, te encontré toda empapada ayer. Debió ser terrible para ti la lluvia de La Ilusión, siempre ataca a los viajeros de esta zona que no guardan resguardo en está época.
Le llamó la atención al escuchar que hablaba de La Ilusión, su abuela le había contado una leyenda de esa montaña, todos la conocían y muchos intentaron encontrarla, pero jamás supo si era verdad o no. —¿Sabe cómo llegar?
—Claro que lo sé, pero estoy demasiado anciana para poder ir en su búsqueda.
—Me lo podría decir, yo puedo encontrarla. Nunca me dijeron dónde se encontraba y siempre quise ir ahí.
—No estás en condiciones de viajar tanto, además puedes enloquecer, eso es lo que dicen. ¿Te encuentras sola, viajando?
—Sí, quería conocer al Maou. Pero parece que estaba ocupado, había un chico de rubios cabellos.
—Wolfram Von Bielefeld, el tercer hijo de la anterior Maou.
—¿Wolfram? ¿Quién es?
—Es uno de los guardias del Maou, además es de la familia de los Bielefeld y actualmente es el prometido del Maou.
—¿Prometido?
—Sí. Siempre se les ve juntos en el pueblo, junto a su hija. El Maou es una muy buena persona, pero aún le falta mucho por gobernar.
Lareth guardo silencio, no podía creer que su “ángel” estaba ya comprometido. Se acostó en la cama y cerró los ojos. Su corazón pesaba y una profunda tristeza la embarco. Wolfram…Wolfram…Wolfram… Ya sabía su nombre. Una larga sonrisa cruzo por sus labios.
Los días pasaron rápidamente y se hizo muy amiga de la anciana y pronto ella le entrego un mapa dónde se encontraba La Ilusión; entendía muy bien el poder de esa planta.

****

Despertó en una cueva y miro a todos lados. Se sentó y se llevo de inmediato su mano a  la cabeza, le dolía tanto, pero no recordaba nada de lo que había pasado.
—¿Qué paso? — pregunto al ver al Yuuri falso acercándose con un montón de ramas en sus brazos.
—Esas criaturas llegaron y desaparecieron de la nada. Realmente, me desperté luego que se habían marchado. No estoy muy seguro de que habrá sucedido en realidad. Pero ya me di cuenta cómo llegar a la cima de la montaña, cuando te recuperes nos dirigiremos.
—Me encuentro bien, no puedo quedarme mucho más tiempo. Necesito la planta.
—Descansa un poco más, la montaña no se irá a ningún lado. — tiro unos troncos a la fogata y el fuego ardió en una llamarada alta y osca.
Wolfram se levanto y se acerco al Yuuri falso — Vámonos, a hora.
—Ya es tarde, es de noche; así no encontraremos nada. Sólo nos perderemos.
—Está bien. Pero a primera hora saldremos. — camino hacia un costado y se sentó con los brazos cruzados, miro fijamente a Yuuri. Sentía desconfianza hacia su persona, pero no entendía el porque.
Abrió a primera hora, cuando los rayos solares tocaban la roca, se levanto y fue a despertar a Yuuri. Le toco la espalda y le habló:
—Vamos, despierta. Es hora de irnos. — luego de decirlo, se arreglo y salió de la cueva. El Yuuri falso lo siguió.
El camino cada vez se volvía más agreste y sobrio; largas y heladas ondas de viento se asomaban, mientras caminaban a la cima. Intentaba mantener la distancia con la criatura, algo no andaba bien, tenía ese presentimiento desde ayer, cuando despertó. Pero no recordaba nada de nada de lo que había pasado desde el ataque de esas hadas. 
—¿Cuánto más hay que caminar? — pregunto desviando el rostro hacia abajo, mirando a Yuuri.
—Queda unos cuantos kilómetros, esta en una cueva, cerca de la cima, de ahí hay que caminar unos metros al interior…
—No falta mucho, corramos. Así llegaremos en un rato.
Ese rato se transformo en unas horas y cuando sus pies ardían, vislumbraron en la lejanía una cueva rodeada de millones de enredaderas afiladas. Wolfram se dio más fuerza y corrió todo lo que podía, sabiendo que debería de descansar un poco cuando llegará.
Al poner el primer pie, una helada y escalofriante sensación lo invadió. Temió por primera vez por su vida y por la de todos en Shin Makoku.
—Yuuri, apresúrate…
—Sí, ya voy…
Ambos se juntaron antes de emprender camino hacia el interior, las ramas de la entrada se empezaron a cerrar cuando entraron y la luz se perdió por completo. Wolfram movió su mano y de ella emano fuego para iluminar la cueva. Está poseía una larga profundidad y estaba rodeada de verdes ramas que se colaban por la pared, a medida que avanzaban horribles y espantosas flores adornaban en las orillas, dando una escalofriante bienvenida; del techo se escurría de vez en cuando turbias y pálidos pétalos, seguidos por unas gotas de un líquido purpura mal olor.
—Tengo un mal presentimiento — dijo en voz alta — acércate más a mi, por si algo nos ataca.
—Sí— se aferro a Wolfram, pudo aspirar el olor de aquel chico que tanto deseaba. Respiro sin que el muchacho se diera cuenta, quería sentir esa sensación de cercanía y de posesión. Eso debía de ser amor, un amor que la había convertido en una Hridrya, pero no lo lamentaba, pronto ese cuerpo y alma le pertenecerían y ya nadie ni nada los separaría.

El pasadizo se iba angostando a cada paso, y el viento helado se hacia más y más fuerte. Un aroma fétido y dulzón empezó a ser olido desde las paredes. Las flores abrían sus pétalos, mostrando su estigma y realizando una danza exótica, junto a pequeños alaridos melodiosos, cantaban:


“Estás aquí, estás aquí…
Nuestro amo está aquí…
Danza, danza…
El amo, nos quiere a su lado…
Canta, canta…
El amo, nos quiere matar…”


—Esto no me gusta para nada. Es mejor que nos apuremos— comenzó a caminar a pasos agigantados, para dejar de oír esa canción estruendosa, que lastimaba sus oídos, cada vez que escucha una palabra. Agarro de la mano al Yuuri falso y corrieron, al ver que las ramas de los costados empezaban a disminuir el camino.
—¡No se va a cerrar!— grito Wolfram, al ver que estaban a punto de quedar atrapados en ese laberinto de feas flores. Agito su mano de lado a lado y empujo al Yuuri falso hasta que lo vio traspasar esas ramas, él por su cuenta encendió fuego y logro pasar al otro lado.


“El amo, nos quema…
El amo no nos quiere…
El Amo nos abandona…
El amo…”


Toco el suelo, y lo sintió extremadamente frio, miro a su alrededor y se sorprendió al ver tan extraña imagen: Un montón de osamentas por toda la pared como adornos, unos rubís iluminando cada centímetro de la habitación, y más al fondo estaba lo que estaba buscando… Aquella flor.
Se paro y corrió. Su corazón latió, sus manos empezaron a sudar y sintió un nudo en la garganta. La había encontrado, todo estaría bien ahora, todo…Greta se salvaría, todos se salvarían…Volvería a ver a Yuuri, al verdadero Yuuri…Su Yuuri.
Fue detenido. Unas fuertes, verdes  y largas manos lo detuvieron. Miro a quién lo detenía, vi un rostro deforme y alargado de color carne muerto, tenia unos ojos rojos profundos, sus mellones cobre se deslizaban en una maraña a lo largo de sus hombros, su cuerpo esquelético y frágil en unas vestimentas ocres y putrefactas.
Movió sus labios pálidos —No te dejaré tener la flor. Ya eres mío…Mío por completo Wolfram Von Bielefeld —una larga y escuálida sonrisa ilumino el rostro de aquella criatura.
—¿Quién eres? ¿Dónde está Yuuri?
—Yuuri, ¿qué Yuuri? El falso…— callo por unos momentos, mientras observaba a Wolfram intentar zafarse de su agarre — esa cosa está muerta…Mmm…, mejor dicho nunca existió sólo fui yo quién estuvo todo el camino contigo…Y ahora eres mío. Y la flor me lo cumplirá… — Abrió su boca, de ahí unos largos colmillos salieron a  relucir y empezó a acercar sus dientes a la piel de Wolfram.
—¿Qué vas a hacer? – No hubo respuesta alguna. La criatura hinco  sus dientes en el hombro derecho del joven. Una sustancia verde oliva empezó a escurrirse entrando por los agujeros que había producido.
—¡AHHHHHHHHHHHHHH!— grito. Sentía su piel quemar, quebrarse, derretirse…
—Ya no podrás escapar, este es tú fin…Wolfram
Sus ojos empezaron  a cerrarse lentamente, su conciencia se alejaba y su “yo” se sintió estúpido por haber creído que esa criatura iba a ser buena…
“Lo siento Greta, lo siento a todos…Yuuri…”—cayó al piso. Las flores aparecieron en aquella sala, arrastrándose  y cantando.

“Estás aquí, estás aquí…
Nuestro amo está aquí…
Danza, danza…
El amo, nos quiere a su lado…
Canta, canta…
El amo, nos quiere matar…”






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